lunes, 30 de enero de 2017
Yo Soy el resultado de mí misma. Jamás culpo o
culparé a nadie por ello. Fundamentalmente yo, y nadie más que yo, he hecho mi
vida; por lo tanto no me quejo ni me quejaré nunca de lo que vivo.
Acepto la responsabilidad de edificarme a mí
misma y lo hago con amor y gusto. Tengo el valor de aceptar y comprender que el
fracaso es solamente una forma de “hacer las cosas”; es decir que me comprometo
conmigo misma a comenzar de nuevo buscando una ruta alterna que me conduzca al
resultado que espero. Haré esto todo el tiempo que sea necesario y no me
juzgaré ni me menospreciaré, sino que seguiré intentándolo hasta obtener el
logro esperado. Hacer esto es recordar que el fracaso es la tierra que he de conquistar
para llegar a la cúspide.
Nunca me quejo ni me quejaré del ambiente ni
de quienes me rodean. Siempre recordaré que en condiciones similares o peores
hubo gente que venció es decir que con perseverancia y ahínco yo también
venceré. Tomo conscientemente el cetro de mi poder y lo uso en mi mejor bien.
Me propongo trascender más allá de todo lo esperado y alcanzar mis logros con
voluntad, inteligencia y amor de forma perseverante. ¡Yo Puedo! ¡Yo sé que yo
Puedo!
Recordaré siempre que las circunstancias son
buenas o malas según la fortaleza de mi corazón; me propongo aprender a
convertir toda situación difícil en un arma para vencer, avanzar y prosperar.
Soy una triunfadora por naturaleza. Yo estoy hecha para triunfar. Yo triunfo
por sobre todos los obstáculos que se me puedan presentar.
Jamás me quejo ni me quejaré por mi pobreza,
mi salud o mi suerte. Me propongo enfrentar estas circunstancias con valor y
entereza, pero mejor aún, me propongo vencerlas y superarlas. Reconozco que ellas
son el resultado de mis pensamientos, sentimientos y actos, es decir que por
ser parte de mí lo puedo cambiar y lo cambiaré. Me comprometo conmigo misma a
hacer el esfuerzo real de superar mis debilidades con valentía y poder
fortaleciendo mi carácter. Insistiré siempre hasta alcanzar el éxito en todo
aquello que me proponga. Alcanzaré mis metas sin importar cuántas dificultades
deba vencer y superar para hacerlo.
Declaro que jamás me amargaré con mis fracasos
y mucho menos culparé a algo o a alguien por ello. Me resuelvo a superarlos y a
salir adelante y airosa en mis empresas o en lo que emprenda. El fracaso no es
la gran cosa, es solo el producto de mis elecciones, las cuales no fueron las
más adecuadas para lo que me proponía en su momento. Cambiar de ruta ha sido
siempre el mejor y más adecuado camino para triunfar cuando de superar el
fracaso se trata, por lo tanto me apresuro a cambiar. Estoy resuelta a no
justificar mis fracasos fuera de mí. Yo soy la responsable de mis decisiones y
de ellas dependen mis triunfos y mis fracasos. Si fracasé hoy aprendo de esa
lección y busco un recurso nuevo que me lleve hacia mi objetivo. Sólo fracasa
quien deja de intentarlo. Yo jamás fracasaré porque siempre lo voy a intentar
con insistencia para poderlo lograr. Yo soy una hacedora, yo hago que las cosas
pasen y si debo empezar de nuevo lo hago con la alegría de quién sabe que va
por el buen camino.
Cualquier momento es bueno para recomenzar y
ninguno es tan malo como para claudicar. Me propongo modificar mi carácter para
obtener mejores resultados hoy. Admito que soy poderosa y pongo en uso mi
poder. Tengo la libertad de elegir y elijo siempre aquello que es mejor para
mí. Yo me amo.
Yo soy la causa de mí misma. La tristeza, la
depresión, la soledad y la impotencia son creencias de ausencia de amor. Amarme
hace la diferencia y permite que el dolor, la soledad, la depresión y la
impotencia e inutilidad que siento desaparezcan para siempre de mi consciencia,
permitiéndome así ser un canal claro y perfecto que se hace fuente de todo
bien. Hoy me amo profunda e incondicionalmente, aprobándome y aceptándome tal
cual soy. Sé que así soy perfecta como Dios quiere. Me amo y me apruebo como
soy.
Hoy aprendí que la causa de mi presente es mi
pasado, me alegro mucho de entenderlo porque eso me permite, ¡POR FIN!, dejar
de sufrir y de latigarme por lo que he sido. La viciosa, irascible, ignorante,
irresponsable, desordenada, incompetente, incomprensible e iracunda yo quedó
atrás ahora mismo, pues la comprensión de esta gran verdad me ha abierto una
puerta nueva a esa dimensión perfecta que es el acontecimiento más preciado de
mi hoy. ¿Por qué digo esto? Porque al despertar a ese conocimiento, sé que
desde ahora puedo empezar a cambiar el rumbo de mi vida. Si la causa de mi
presente es mi pasado entonces, inevitablemente, este ahora está pautando mi
mañana. Decido y declaro con consciencia de causa que hoy es el mejor momento
para crear un futuro mejor, y lo creo. Yo lo declaro ahora y lo hago realidad
aquí. Hoy sé que yo soy la responsable de mí misma. Hoy tomo las riendas de mi
vida. Hoy pauto mi futuro con bien.
He decidido aprender de los audaces, de los
impetuosos, de los valientes, de los enérgicos, de los activos, de los
hacedores y de los vencedores a no aceptar ni dejarme vencer en la vida por las
situaciones difíciles que se puedan presentar hoy. Reconozco que en toda
dificultad yace la semilla de un gran bien; estoy dispuesta a encontrarla, pero
mejor que eso, estoy dispuesta a usarla. Para eso me propongo pensar menos en
los problemas y enfocarme más en las soluciones.
Me comprometo conmigo misma a deshacer el
dolor y lo que no me sirva, para crear prosperidad en todas las áreas de mi
vida. Aprendo a hacer valer mis valores.
Soy sincera conmigo misma siempre. Me hago al deber de conocerme a mí
misma, con el fin de dejar de ser el muñeco de mis circunstancias. Aprendo a
crear experiencias agradables para mi vida. Aprendo a ser responsable de mí y
me cuido. Aprendo a pensar y a hablar correctamente de mí y del mundo que me
rodea. Aprendo a soltar el pasado, porque el pasado es una carga insulsa que no
me deja avanzar. Aprendo también a perdonar. El perdón me libera y la libertad
aliviana mi vida con su opulencia divina. Yo soy la dueña de mi destino, lo
reconozco y debo recordarlo siempre; me propongo no olvidarlo.
Nadie me puede sustituir en la construcción de
mi destino. Sólo yo avanzo o retrocedo en mi camino. Sólo yo decido lo que
quiero. Sólo yo me hago fuente de mi
bien o agravio de mi mal. Solamente yo
tengo la libertad de elegir. Hoy decido elegir en bien mío… hacer esto me da
Paz.
Levantarme en la mañana y ver la luz del
amanecer descubriendo, con humildad, que yo soy parte de esa Vida que me
permite caminar, crecer, creer, crear, vibrar, decidir, disfrutar, luchar,
moverme, pensar, soñar… en fin triunfar en la vida; es reconocer y entender el
por qué yo soy el resultado de mí misma. Cuando me doy cuenta de ello me
adentro más en mí, me conozco mejor y puedo alcanzar con más facilidad lo que
quiero. Merezco la excelencia de la vida y estoy aprendiendo a atraerla, por
eso decido no juzgarme sino entenderme. Admito que yo merezco prosperar y me lo
permito, por tal razón me permito conquistar incluso hasta lo inconquistable. Acepto que soy un éxito total y rotundo
viviendo en esta era y lo disfruto. Estoy en Paz.
Es bueno conocerme y darme cuenta del por qué
y para qué nací: ¡Nací para triunfar! De eso no hay dudas. ¡Me encanta el
propósito de mi vida!
©
2010 Madeleine E. Belliard
Jueves;
14 de octubre de 2010
a
las 23:13:03
Publicado por CIUDAD MÍSTICA . com en 10:45 0 comentarios
Suscribirse a:
Entradas (Atom)